Pablo Martín Rodríguez Presidente y fundador Izertis

La educación: factor clave para estimular vocaciones STEAM

Hace unos días, explicaba en un post anterior, que uno de los principales problemas económicos de nuestra sociedad actual es que se están creando cada vez menos puestos de trabajo de baja cualificación, mientras la demanda de perfiles altamente especializados no deja de crecer.

No nos debe extrañar, que exista una relación directa e importantísima entre el nivel de fracaso escolar, el nivel de estudios alcanzado y el nivel de empleo juvenil. Creo que hasta aquí todos estamos de acuerdo. De hecho, hace unas semanas repasaba el siguiente gráfico, el cual refleja muy bien el problema del desempleo juvenil que existe actualmente en la Unión Europea:

Mapa de europa. Fuente: Eurostat (El País)
Fuente: Eurostat (El País)

Por lo tanto, ante la desoladora realidad de los datos mostrados, resulta inevitable hacerse algunas preguntas, la primera que me surge es: ¿Cómo es posible que se produzca esa dicotomía entre empresas que no encuentran trabajadores formados y a su vez, jóvenes que no encuentran empleos? Y la segunda, más relevante aún si cabe: ¿Por qué los jóvenes no eligen aquellas carreras que les vayan a proporcionar mayores posibilidades de encontrar un buen empleo de por vida?

Por qué hay tan pocos profesionales tecnológicos cualificados

Aquí entramos en el terreno de las vocaciones. Se supone que debemos dejar que los alumnos elijan aquellos estudios por los que se sientan más atraídos. O al menos esto es lo que las encuestas dicen que sucede. Es decir que, por un lado, los alumnos se suelen decantar por aquellas carreras por las que sienten una mayor afinidad y, por otro lado, prefieren estudiar titulaciones que consideran más asequibles o fáciles de conseguir.

La cuestión es, ¿por qué no somos capaces de crear vocaciones STEAM en nuestros jóvenes?, ¿por qué quieren todos ser abogados, economistas, maestros, pedagogos, psicólogos y no ingenieros, matemáticos, físicos, científicos o investigadores?, ¿se está estimulando y fomentando la formación tecnológica? La respuesta corta a esta última pregunta es NO.

¿Qué es lo que está fallando? Creo que no contamos con un sistema educativo capaz de motivar desde las primeras etapas de formación lo suficiente a los alumnos, como para que muestren un mayor interés por las ciencias en general y por aquellas tecnologías disruptivas con mayor demanda para acometer, desde proyectos de transformación digital en empresas más tradicionales, hasta trabajos más revolucionarios y vanguardistas en la Industria 4.0 del futuro. La clave está en impulsar la formación tecnológica.

Sin embargo, lo habitual es que ocurra todo lo contrario, es decir, que gran parte de los estudiantes acaben odiando las matemáticas y la física, mientras que aquellos que sí expresan inquietudes por dichas materias, son tildados de forma peyorativa como NERDS o empollones asociales, en lugar de ser considerados y valorados como personas dignas de admiración. Aún no hemos conseguido que estas asignaturas resulten atractivas para los alumnos, los chicos no saben para qué demonios sirven todas estas cosas, las encuentran difíciles, aburridas y sin aplicación práctica en la vida.

Conclusión

Lamentablemente, he de decir que, a día de hoy, queda mucho que hacer al respecto para que esta situación cambie. Por tanto, ¿cuál sería la solución? Yo creo que si desde las enseñanzas primarias tratáramos de explicar esas materias correctamente, las hiciéramos más comprensibles y amigables para convertir sus infumables estudios teóricos en clases motivadoras, donde los jóvenes descubran la programación de robots o la impresión aditiva de forma amena, es indudable que lograríamos aumentar el número de vocaciones.

Pero para ello, debería formarse un gran pacto que implique a todos los actores sociales (sector educativo, familias, empresas y profesionales STEAM, instituciones públicas, agentes políticos y medios de comunicación) para lograr una mayor creación de talento a largo plazo y de esa manera, hacer que nuestra economía resulte más atractiva para el resto del mundo.

O le damos una vuelta al sistema educativo desde ya, o tendremos un problema muy serio en el futuro, que nos acabará alejando, tanto a España como a los demás países de la Unión, del mundo desarrollado. No podemos permitirnos el lujo de esperar a que las cosas cambien por sí solas, es hora de actuar y el momento es ahora.